Al fin se me hizo cantar, y qué mejor que con el grupo de ex consuelistas que sin duda demostraron, cómo canta uno cuando tiene el corazón hecho pedazos, o más bien, cuando tiene dos o tres copitas encima, un karaoke para uno solo, y un grupo de vecinos, que sin deberla ni temerla, tuvieron que soportar uno que otro berrido.
Aquí les reporto el saldo de la noche:
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