Sería mentira si no admitiera que en estos momentos estoy
sediento de mucho amor y cariño, unas bellas palabras, un mensaje insperado,
que no va a llegar me harían la noche. Ni siquiera “la escalofriante” historia
de Carrie, ni el histrionismo de Juliette Binoche que bien podría parecer la
peor de las brujas que Ann Rice describe en sus obras y eso ya es escribir
mucho.
Mi ex, diría que eso es un complejo, que eso es algo que
me hace ser débil y demuestra lo acomplejado que estoy ante la vida, (ouch),
todo el dolor reprimido, yo sé que eso es ser humano y absolutamente normal en
una persona que se ha esforzado mucho (incluso de más por un idiota como mi
ex).
A decir verdad, creo que esta sensación de haber sido
dejado, esa emoción en la que alguien más tomó la decisión de terminar con la
relación, ese momento en el otro dijo que “hueva seguir con alguien amargado,
aburrido, acomplejado y dramático como yo” es la que duele, más que su
ausencia, porque a decir verdad, no me quejo en lo más mínimo en este nuevo
cuarto que tomé como mío.
No tiene clima pero el ventilador funciona muy bien, tiene
espejos por todos lados y a no ser por las muñecas de porcelana antiguas que se
encuentran en la parte superior de mi repisa llamada clóset, todo lo demás es
cómodo, con escribir que hasta a La Pausini puedo escuchar mientras reposo los
pies sobre una mueble antiguo, aquel en el que solía caerme cuando niño porque
no entendía que había que sentarse en el punto medio para no hacerlo.
En fin, lo único que no me termina de encantar son las
versiones, es el ver a la gente de nuevo a la cara. Estoy seguro que a partir
de ahora empezarán a salir todas las historias sobre lo malo que era mi ex,
empezarán los mensajes de mi ex suegra insistiendo sobre el cómo retomar esa
relación y la soledad, esa maldita soledad que tanto daño hace a la gente.
Lo que me pone fuerte de todo eso, es que esta vez, sí lo
vi muy decidido, muy molesto, muy lleno de rabia y decidido a hacer las cosas
por sí mismo. Esta vez sí ha dejado claro el estorbo que soy en su vida. Todo
el daño que le hago y por supuesto, lo mejor que estará sin mi, porque dice que
“ha vivido toda su vida sin alguien y puede hacerlo mejor así”. No es que lo
dude, pero en serio que lo sí lo leo difícil.
Escribo lo anterior, porque pienso que es difícil que una
persona que vivió en pareja tanto tiempo (6 +1 años) de modo interrumpido, una
persona que con trabajo sabe poner la cama en la que duerme, una persona que no
se da cuenta si es de día o es de noche, porque “una semana con trabajo de
lunes a viernes es una semana cansada”, difícilmente estará mejor sin alguien.
Yo más bien creo que ya existe alguien, que algún otro “ alguien” ya le ha
echado el ojo y nada más buscaba una buena excusa para lanzarse al ruedo. Para
decidir tirar todo a la borda. Aunado a esto, admito que yo también tenía a
otro alguien, que seguro no ese alguien para mí.
No es lo que necesito ni estará cerca de ser lo que
quiero, pero que sin duda, podrá hacerme compañía en mi soledad de a ratos, me podrá
impulsar en mis idioteces o de perdido, mostrarme lo mucho que extraño la
presencia de mi perdido patán. Para bien o mal siguen ahí mis padres, ese par
de “héroes anónimos” que sin importar los veintitantos están listos y
dispuestos a abrirme la puerta de sus casas, a acomodar los cuartos que sean
necesarios con tal que su “pollito tuti” sea feliz.
Triste es ver caer, pero más triste es ver caer y no
levantarse con una sonrisa al sol enfrente, porque uno nunca sabe cuándo
alguien se enamorará de su sonrisa.
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