lunes, 18 de noviembre de 2013

Aprovechando el Buen Fin

Sería mentira si no admitiera que en estos momentos estoy sediento de mucho amor y cariño, unas bellas palabras, un mensaje insperado, que no va a llegar me harían la noche. Ni siquiera “la escalofriante” historia de Carrie, ni el histrionismo de Juliette Binoche que bien podría parecer la peor de las brujas que Ann Rice describe en sus obras y eso ya es escribir mucho.

Mi ex, diría que eso es un complejo, que eso es algo que me hace ser débil y demuestra lo acomplejado que estoy ante la vida, (ouch), todo el dolor reprimido, yo sé que eso es ser humano y absolutamente normal en una persona que se ha esforzado mucho (incluso de más por un idiota como mi ex).

A decir verdad, creo que esta sensación de haber sido dejado, esa emoción en la que alguien más tomó la decisión de terminar con la relación, ese momento en el otro dijo que “hueva seguir con alguien amargado, aburrido, acomplejado y dramático como yo” es la que duele, más que su ausencia, porque a decir verdad, no me quejo en lo más mínimo en este nuevo cuarto que tomé como mío.

No tiene clima pero el ventilador funciona muy bien, tiene espejos por todos lados y a no ser por las muñecas de porcelana antiguas que se encuentran en la parte superior de mi repisa llamada clóset, todo lo demás es cómodo, con escribir que hasta a La Pausini puedo escuchar mientras reposo los pies sobre una mueble antiguo, aquel en el que solía caerme cuando niño porque no entendía que había que sentarse en el punto medio para no hacerlo.
En fin, lo único que no me termina de encantar son las versiones, es el ver a la gente de nuevo a la cara. Estoy seguro que a partir de ahora empezarán a salir todas las historias sobre lo malo que era mi ex, empezarán los mensajes de mi ex suegra insistiendo sobre el cómo retomar esa relación y la soledad, esa maldita soledad que tanto daño hace a la gente.
Lo que me pone fuerte de todo eso, es que esta vez, sí lo vi muy decidido, muy molesto, muy lleno de rabia y decidido a hacer las cosas por sí mismo. Esta vez sí ha dejado claro el estorbo que soy en su vida. Todo el daño que le hago y por supuesto, lo mejor que estará sin mi, porque dice que “ha vivido toda su vida sin alguien y puede hacerlo mejor así”. No es que lo dude, pero en serio que lo sí lo leo difícil.

Escribo lo anterior, porque pienso que es difícil que una persona que vivió en pareja tanto tiempo (6 +1 años) de modo interrumpido, una persona que con trabajo sabe poner la cama en la que duerme, una persona que no se da cuenta si es de día o es de noche, porque “una semana con trabajo de lunes a viernes es una semana cansada”, difícilmente estará mejor sin alguien. Yo más bien creo que ya existe alguien, que algún otro “ alguien” ya le ha echado el ojo y nada más buscaba una buena excusa para lanzarse al ruedo. Para decidir tirar todo a la borda. Aunado a esto, admito que yo también tenía a otro alguien, que seguro no ese alguien para mí.

No es lo que necesito ni estará cerca de ser lo que quiero, pero que sin duda, podrá hacerme compañía en mi soledad de a ratos, me podrá impulsar en mis idioteces o de perdido, mostrarme lo mucho que extraño la presencia de mi perdido patán. Para bien o mal siguen ahí mis padres, ese par de “héroes anónimos” que sin importar los veintitantos están listos y dispuestos a abrirme la puerta de sus casas, a acomodar los cuartos que sean necesarios con tal que su “pollito tuti” sea feliz.

Triste es ver caer, pero más triste es ver caer y no levantarse con una sonrisa al sol enfrente, porque uno nunca sabe cuándo alguien se enamorará de su sonrisa.


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