Este ser espectacular del que hoy quiero escribir, en muchas ocasiones es incapaz de ver todo lo que está a su alrededor, porque quiere vivir cegado por el perfeccionismo irreal que acompaña los momentos, ha visto demasiadas telenovelas y cuentos de hadas que le han ayudado a distorsionar la realidad.
Este bonito ser por dentro y por fuera, no sólo goza de innumerables talentos, de grandes momentos que le hacen sentir orgullo, de anécdoctas e historias que merecen ser contadas y recordadas por muchas generaciones, porque sin duda, es de esas personas que no pasan muchas veces en la vida de las otras personas. Pero como todos los héroes, este protagonista es incapaz de notarse a sí mismo, de verse al espejo.
SU NACIMIENTO, TODO UN SOBREVIVIENTE
Era la tarde de un 30 de agosto de 1986, el sol era sofocante como suele ser a las una de la tarde,en la ciudad de Mérida Yucatán, donde el mercurio de los termómetros a menudo rebasa los 40 grados, pero la sensación térmica suele ser de 50 grados o más. El único ruido que se escucha en la sala de espera del IMSS es el repetitivo sonar de los ventiladores, el nerviosismo de Pepe, un hombre alto, blanco, de grandes y marcados rizos en la cabeza que enmarcan sus cerca de 90 kilos y 1.80 de estatura, que hacen aún más notorios su par de ojos verdes profundos, en su tez blanca.
El nerviosismo, no es para menos, se trata de su quinto hijo, el cuarto que tendría con Lucila, pero sólo el segundo sobreviviente, porque los otros dos no tuvieron la misma fortuna. Sería su primer varoncito, aquel que conservaría su linaje y consumaría el amor incondicional que tiene por Lucila, su hermosa esposa, maestra de primaria, mujer de ciudad de apenas 1.52 metros de estatura, que debido a sus embarazos anteriores, era prácticamente estéril, o ese era el diagnóstico que le dijo el doctor Piña, pero contra todo pronóstico, estaba en ese momento, cerca de las 13 horas, postrada en la cama de un hospital público de la infernal ciudad de Mérida, para tener a su segundo hijo, pero cuarto producto, porque en el pasado había perdido a dos antes.
Con el nacimiento de Pepito, Lucila tendría lo que tanto había soñado: tener la parejita para sentir que lo tenía todo en la vida: un marido guapo, un trabajo estable y un par de hijos que le darían una descendencia que probablemente los cuidaría en su vejez; aunque a decir verdad, Lucila jamás pensó en la vejez, porque eso fue algo que sintió como algo impensable. Para el nacimiento de Pepito, Lucila, que siempre pedía que le dijeran, Lucy, porque Lucila le sonaba a regaño, esperaba con toda la ilusión el nacimiento de José Emmanuel, su "varoncito" con el que a sus 40 completaría su familia soñada.
El reloj marcaba exactamente las 13 horas del 30 de agosto, cuando el doctor que tenía un gran parecido a Juan Gabriel joven, salía de la sala para llamar a don Pepe, para felicitarlo: la cesárea había sido exitosa y Lucila dio a luz a un hijo fuerte, rubio, sano y que pesó cerca de cinco kilos, sí cinco kilos, como si se tratara de un pavo de navidad. Un niño con la fortaleza de un toro, razón por la cual las enfermeras le apodaron "el Torito" porque estaba con todas sus fuerzas aferrándose a la vida, al quitarse la placenta y el cordón umbilical que estaba enredado en su cuello.
Pepito, abrió los ojos y dejó lucir sus hermosos ojos azules y sus bellos rizos dorados que acompañaron su blanca y regordeta piel. Pepe papá, lloró de la alegría, lloró muchas veces de la emoción de ver a tan hermoso ser que había sido procreado por el gran amor que le tenía a Lucila. Para Pepe era emocionante ver lo bello que era ese ser regordete que junto con Gretty y Lucy haría su gran familia soñada. Algo que tal vez nunca soñó, pero que hoy al fin tenía con él.
Toda la familia en la sala de espera, las tías chismosas y los amigos cercanos estaban ahí esperando qué pasaba con Lucy, sin duda, un parto que salió como una cesárea fue un gran momento que pasaría al banco de recuerdos hermosos que atesoraría la familia Escalante Góngora y sería el inicio de una historia compartida que va a estar presente en toda esta narrativa.
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