martes, 28 de febrero de 2017

Caraluna

Hoy es martes 28 de febrero y sigo teniendo muchas cosas pendientes sobre las cuales escribir. Nunca he plasmado en este, ni en otro blog perdido mío, la emoción que he sentido en esta nueva etapa laboral, en la que una empresa se da cuenta no sólo que existo, si no en lo importante que es mi trabajo y mi aportación como ser humano para hacer un mejor lugar de trabajo.

 Tampoco he puesto de modo electrónico, las veces que he soñado a mi chichí Santos, ese ángel que no me conoció físicamente, ni yo a ella, me ha dicho en sueños, todo sobre su esencia, precisamente el vínculo más fuerte hacia ella, lo he encontrado siempre en mi tía, madrina, abuela, Gladys Amelia, quien con su brillantez mental, me ha enseñado a cada paso muchos de los valores que hoy me rigen como ser humano. 

Hoy día, recuerdo con mucha nostalgia, esos días en los que me decían "Pepito vamos a comprar" o cuando con Ale, íbamos a "los concursos de coro" a ver a los amigos de María cantar una canción que decía "hace dos mil años, en Belén Jesús nació", o cómo olvidar, las mejores idas a la playa en mi vida, en las que no sólo comíamos comida rica, preparada por mi tía abuela, sino que jugaba con Ricky, Miguelito y Ale, convivía con Paúl y Ceci y veía con asombro la forma tierna y cariñosa en la que Ricardo cuidaba de Geany y toda su familia.

 Gracias a mis tíos, sí, a mis tíos, porque durante muchos años, creí que eran los únicos tíos que tenía o al menos, para mi, un tío tenía que ser como lo eran tío Miguel y tía Gladys, porque estando a su lado, me sentía fantástico. No importaba si era en el béisbol, en una cena en casa de tía, escribiendo un artículo para el diario o yendo a cuidar mercancía a Plastherm, siempre eran ellos: mis tíos, los míos, de nadie más, unas de las personas más importantes en mi vida.

Podría escribir y prometo que un día lo haré, escribir sobre mi feliz infancia, recordar con gozo los miles de acrósticos, concursos de lectura y oratoria. Entre las metas en mi vida, están contar todas las historias de Góngora, que sólo tía Gladys y su enorme pasión por la vida saben: "sobre la larga y oscura cabellera de Lucila, sobre las visiones de Chichí Santos, la inteligencia y determinación de Elidé, o sobre la fortaleza y determinación de abuelo Us". 

De mi tía Gladys y mi tío Miguel, aprendí que cuando dos o más oran juntos, la presencia de Dios se manifiesta, hoy, aunque no estemos en la puerta de a lado como cuando tenía seis años, sé que aunque el tiempo pase, los días transcurran, mientras papá nos mire en el cielo, no habrá distancia, tiempo o situación que nos pueda separar, pues "mientras siga viendo tu cara en la cara de la luna, mientras siga escuchando tu voz", tus consejos y tus recuerdos vivirán siempre en mi.

Tío, tía, si pudiera volver a elegir, serían ustedes, gracias por tanto amor derramado, gracias por regalarme muchos de los mejores momentos de mi vida. 

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