miércoles, 28 de diciembre de 2016

Lo sabía,

No, no estoy desmayado, solo pienso. Miro la pared, escucho el ruido del abanico, veo la tele que está apagada y sigo en el limbo, pensando en la nada. 

No me sorprende, ya lo sabía, pues siento exactamente lo mismo; lo supe desde hace mucho, desde hace tiempo, pero así como al ruido horrible de mi coche, no le había querido prestar atención. No sé porqué, no sé qué significa, no sé qué implica, te conozco a la perfección pero a la vez no sé nada de ti. 

No sabría ni decir cuál es tu color favorito, ni tu chocolate favorito, ni recuerdo la canción que me dijiste que más te gustaba, y aún así, sé que soy la persona que más te quiere en este mundo y no sé porqué pero daría todo, todo, por verte feliz. 

Es irónico que hayas sido la primer persona con la que hablé de Bepensa, recuerdo que te dije algo de los jardines colgantes que tanto buscaba, porque me dijeron que ahí estaban las oficinas y reíste, no sé si fue una risa nerviosa, o simplemente fui otra persona más que iba a una entrevista de trabajo. 

No sé cuándo nos pegamos tanto y nos hicimos tan indispensables el uno para el otro hasta el punto de no poder sacarnos de nuestra mente, de no dejar de pensar con qué furby hablará, qué cosas le dirá, ¿será que piense en mi?

Sigo sin saber porqué estaba hoy triste, ahora sé porqué estoy feliz, esperanzado, contento y no sé porqué. No puedo evitar reírme al pensar en tu nariz de momia y en la forma en la que corres con tu suéter en tu cabeza (en tacones) para esconderte del sol, si es que no se te olvida. 

No sé qué pasará mañana, no sé qué pasará hoy, no sé qué pasará, sólo sé que me haces muy feliz, que mis días son tristes si no estás y muy felices cuando estás conmigo. Lo siento, lo siento, pero yo siento igual que tú, lo he sentido, sólo lo he callado, porque algunas palabras se dicen mejor en el silencio. 

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